Aunque ha sufrido algunas modificaciones a lo largo de su dilatada vida, esta maravillosa bicicleta de principios de los años 30 se ha mantenido fiel a su nombre a pesar de haber «vivido» más historia que la mayoría de los que estáis leyendo este artículo.

     Tras muchos meses de seguir el rastro de sus comienzos buscando en bibliotecas y publicaciones de la época y gracias a la ayuda del nieto de su antiguo propietario por fin hemos dado algo de luz a sus orígenes… Se fabricó en Galicia de la mano de Honorino Méndez allá por los años 30, antes de que diera comienzo la devastadora Guerra Civil Española.

     Gracias al libro «120 años de ciclismo gallego» de Xerardo Gonzalez Martín hemos podido dilucidar la curiosa historia de la marca Honor, tan poco conocida por muchos. Honorino Mendez, natural de Vedra, A Coruña (1888) fue uno de los pioneros del ciclismo gallego. Para evitar el cumplimiento del servicio militar emigró a Francia, donde soñaba con hacerse piloto aéreo. Allí, a la par que trabajaba en la industria aeronáutica, comenzó a practicas ciclismo. Tras estrellar uno de los aviones de la empresa y no poder hacer frente al pago del siniestro emigró a Chile, donde se dedicó al comercio a la vez que competía en bicicleta con tanto éxito que quisieron que se nacionalizara en Chile para contar con su participación en los Juegos Olímpicos de Estocolmo en 1912.
     En vez de quedarse en Chile, Honorino Mendez volvió a Galicia y se convirtió en el ciclista mas relevante de la época. Se retiró en 1920 y fué entonces cuando abrió un taller de bicicletas en Santiago de Compostela. Al principo solo vendía bicicletas de dos de las marcas más famosas de la época: la francesa Alcyon y la inglesa Raleigh.
     A finales de los años 20 del siglo pasado, Honorino Mendez empezó a fabricar sus propias bicicletas (los conocimientos en ingeniería adquiridos en su época francesa le ayudaron mucho) bajo los nombres de Homen y Honor (su marca o «logo» era el escudo de Galicia y su pie el nombre de Sant Yago). Rápidamente la calidad de sus bicicletas Honor alcanzó gran popularidad entre el creciente ciclismo de competición gallego, desbancando en la región a otras marcas como Orbea y BH.
     En la dureza de la postguerra española una fábrica pequeña como la de Honorino lo tenía muy difícil para subsistir. Por ello Mendez viajó al País Vasco para llegar a un acuerdo con Orbea para que fabricara sus bicicletas con la marca Honor. Pero al ver la calidad de los cuadros de Honorino, fue Orbea la que se encargó de la distribución y venta de las bicicletas Honor repartiendo beneficios con su propietario. Esta colaboración perduró hasta la muerte de Honorino Mendez en 1970. Desde esa fecha hasta los años 80 Orbea siguió fabricando cuadros con el logotipo de Honorino por un acuerdo de «honor» (nunca mejor dicho) con la viuda del fabricante gallego. Con la muerte de ésta se acabó la relación y la historia de Honor.
     Actualmente se encuentra en plena restauración en la cual se mantendrá lo más original posible. Por ejemplo en vez de lijar el cuadro retirando la pintura vieja y volviendo a pintarlo recibirá una profunda limpieza y una capa de laca para conservarlo y protegerlo con toda su historia, al igual que la parte mecánica que está recibiendo una exhaustiva puesta a punto reparando todo lo necesario para evitar sustituir una sola pieza. Dada la envergadura de este proyecto y la dedicación con la que lo estamos llevando no estimamos fecha de finalización, iremos actualizando la información a medida que vayamos avanzando.
     En las siguientes imágenes vemos la bicicleta tal y como llegó a nuestras manos y como quedó tras un primer lavado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

     Tras limpiarla con agua y jabón a presión descubrimos que nos va a llevar más trabajo de lo que pensábamos en un primer momento, aquí tenéis la siguiente ronda de fotografías:




Orbea de finales de los años 30, "Varillitas" (tercera parte, terminada).