Como tantas otras bicicletas antiguas, esta Orbea llevaba décadas guardada en un garaje, acumulando suciedad y óxido. En una limpieza por traslado salió a la luz y llegó a nuestras manos.

     Curiosamente la antigua y única propietaria de «Varillitas» se trasladaba a un céntrico piso de la capital porque había vendido su lujosa vivienda para poder dar en vida la herencia a sus hijos y nietos que estaban soportando como la mayoría de la población esa gran y pesada losa llamada crisis.
     La anciana lo único que pedía a cambio de esta maravilla de finales de los años 30 era que se la cuidase y tuviese una segunda vida. Tras contarme las típicas batallitas, que la compró en San Sebastián pagándola a plazos con sus primeros sueldos, que la usaba para ir a trabajar 3 pueblos más allá del que residía entonces llevando además a dos compañeras encima… de ahí la incorporación del transportín y de las palomillas de las ruedas rotas (una, la gordita según me explicaba iba sentada detrás mientras que la otra, la delgadita iba con los pies sobre las palomillas del eje delantero y apoyándose en el manillar a modo de «carretilla»), me pidió si podía hacerle un favor antes de llevármela, si podía ayudarla a subirse por última vez, y fue entonces estando subida cuando comenzó a llorar… al bajarse se despidió de ella dándole besitos por el manillar y pidiéndome que la cuidáramos como si de una hija se tratara.
     Tras esto decidimos que en la restauración se intentaría mantener en lo posible esas marcas de uso que la han ido convirtiendo en algo especial por lo que se limpiará a fondo y se mantendrá la pintura original aplicando simplemente una capa de barniz específico para darle más brillo y protegerla en la medida de lo posible otras tantas décadas.. En breve podréis ver la segunda parte de la restauración con las imágenes del antes y el después.     




BH single speed (primera parte, antes de la restauración).
Limpieza y ajuste del juego de dirección.